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“Tengo problemas de pareja por mi familia”

“Tengo problemas de pareja por mi familia”

Si bien algunas relaciones suelen fluir sin que las familias “se metan”, existen numerosas parejas en las que los progenitores pueden llegar incluso a romper el vínculo. ¿Qué hacer en esos casos?

Sabrina y Miguel me pidieron una consulta. Había algo mal entre ellos, aunque su amor por el otro estaba intacto. Acordamos un encuentro y agendamos una llamada por Meet. Cuando llegó el día, pregunté por qué me habían buscado y Sabrina comenzó a hablar:  “Cuando conocí a la familia de Miguel no lo podía creer, parecía la familia perfecta, yo no había tenido esa familia. Siempre comían juntos, compartían cosas, parecía soñado”. 

Siguió: “Luego tuvimos un hijo y, con el tiempo, descubrí que lo que parecía una familia soñada traía consigo otras cosas. La madre y los hermanos de Miguel venían a nuestra casa sin avisar, teníamos que compartir todo con todos, nos íbamos todos juntos de viaje, parecía que estábamos viviendo con ellos”. 

Y continuó: “Hace poco llegó nuevamente el momento de las vacaciones y yo quería irme sola con Miguel y con mi hija, pero él me dijo que teníamos que ir con toda su familia porque ellos nunca tuvieron vacaciones cuando eran chicos y que ahora que él se las puede dar, se las quiere dar. Por mi parte, mis padres siempre estuvieron separados y yo iba para sus casas. Hice sola la vida, iba a trabajar, tenía amistades y no viví lo mismo. Ahora no sé cómo manejar esta situación, ¿soy yo la tóxica o ellos son tóxicos?”. 

Por su parte, Miguel sentía que ahora estaba teniendo problemas de pareja y que era por su familia, así como le ha pasado a muchas y muchos pacientes que he tenido y no sabía qué hacer para no sentir que “estaba en el medio”. 

Ahora bien, ¿por qué pasa esto?

¿Por qué las familias pueden incidir en nuestra relación?

Desde la terapia cognitivo conductual vemos que se aprende por moldeado, es decir, por modelado aprendemos cómo vincularnos con nosotros, cómo relacionarnos con la ansiedad y cómo vincularnos con nuestras emociones. Y todo esto aprendido en el marco de nuestra familia de origen, la cual consolida nuestra autoestima.

De esta forma, si crecimos en un hogar donde las relaciones eran funcionales, es probable que tengamos expectativas similares para nuestra pareja. Pero si hubo conflictos o relaciones disfuncionales, puede verse afectada nuestra visión del amor y el cómo nos relacionamos con nuestra pareja.

Hoy en día se sabe que hay algunas conductas que nos marcan y que cuestan ser revertidas, como crecer en ambientes donde hubo abuso emocional o abuso físico o haber sido “padres de nuestros padres” a una edad que no teníamos que serlo. 

Por otra parte, las expectativas de nuestras familias sobre con quién debemos estar, cómo debemos comportarnos o cómo debe ser nuestra relación pueden generar conflictos cuando no coinciden con nuestros deseos o con las dinámicas que preferimos con nuestras parejas. Y las lealtades familiares, así como los valores pueden causar fricciones en nuestras parejas. 

¿Por qué es un tema tan difícil de llevar y resolver?

Los conflictos de pareja por la familia pueden ser difíciles de manejar y resolver por distintas causas, como la carga afectiva que acumulamos con los años, luego de convivir; el sentimiento de culpa, ansiedad o frustración al tener que elegir entre apoyar a nuestra pareja o ser leales a nuestra familia; la falta de límites y los patrones de relaciones aprendidos en nuestras familias. 

En el caso de Miguel, su sentimiento de responsabilidad y de culpa o deber hacia su familia es el que lo lleva a querer incluir a su familia de constitución en todos sus planes, aunque sean de pareja. Y en el caso de Sabrina, el planteamiento en extremos de cuál es la parte tóxica y cuál no lo es se debe a haber vivido su vida en soledad y con una familia totalmente contraria a la de su pareja.

Dicho esto, ¿quién está en lo cierto?

¿Cómo hacer para que nuestras familias no sean un factor de discusiones o separación?


Como siempre digo, ir por blanco o por negro no es una opción. En general, hacerlo nos deja por fuera de lo saludable, ya que no se trata de “todos juntos” ni de “todos por separado”. Habrá momentos en que queramos y podamos compartir determinadas vivencias y momentos en que necesitemos un tiempo de soledad y privacidad, tanto con la familia que nosotros formamos como individualmente. 

Lo importante es que haya un equilibrio y que podamos abrirnos a otros sistemas, a otras amistades, a personas que no estaban en nuestro círculo y que también podamos ser solamente nosotros, en pareja e individualmente. 

Por otro lado, resaltaría la necesidad de Sabrina y Miguel de hablar sobre esto y llegar a un acuerdo. Como mencioné antes, no se trata de quién tiene razón, sino de buscar un punto de acuerdo. Ambos deberían ceder en algo a lo que el otro quiere, ya que es en ese punto es donde van a llegar a un acuerdo. 

¿Cómo trabajar los problemas de pareja por las familias?

Para poder trabajar estos problemas y que no se vea afectada la relación, siempre sugiero a mis pacientes:

  • Que definan juntos qué tipo de participación tendrán las familias en su vida diaria.
  • Que hablen con honestidad y respeto sobre cómo se sienten respecto a la familia del otro.
  • Que tomen decisiones importantes en pareja y las presenten juntos ante sus familias.
  • Que afronten una vida saludable (Sabrina, por ejemplo, tiene dificultades de hacerlo al pensar que ella es tóxica y, al haber vivido en un ambiente en donde no se podían hablar las cosas, no plantea nada).
  • Y, en los casos en que las tensiones sean muy fuertes, trabajar en terapia de parejas, de familia o individual.  

Parece obvio pero no lo es: una mirada desde afuera siempre ayuda a resolver estas temáticas que se vienen trasladando, que las tenemos internalizadas y de las que no nos damos cuenta. 

Importante: el abordaje de este artículo no se puede generalizar. Para obtener un diagnóstico y herramientas adecuadas a tu caso en particular, debes realizar una consulta con un profesional.

Si bien algunas relaciones suelen fluir sin que las familias “se metan”, existen numerosas parejas en las que los progenitores pueden llegar incluso a romper el vínculo. ¿Qué hacer en esos casos?

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