Existen estudios que relacionan la prevalencia de trastornos asociados a la ansiedad con una exposición por el género. Pero, ¿de qué se trata?
Estudios recientes de género y psicopatologías afirman que las mujeres en edad reproductiva somos más vulnerables a desarrollar trastornos de ansiedad y asociados. De hecho, indican que esa prevalencia es de dos y hasta tres veces mayor que en otros grupos poblacionales.
Las pruebas son cada vez más sólidas y muestran claras diferencias en la anatomía cerebral, la neuroquímica y los patrones de activación y respuesta a los estímulos ambientales. Pero, ¿por qué pasa esto?
¿Por qué las mujeres sufrimos más de ansiedad y trastornos asociados?
Indiferentemente del estudio que se mire, todos llegan a la misma conclusión: la respuesta no son las hormonas, sino los factores socioculturales ligados al rol de la mujer. Este rol está vinculado a numerosas responsabilidades en la actualidad como el autocuidado del cuerpo, la maternidad, la expectativa de cumplir como mujeres exitosas en el trabajo, el estado civil, el nivel de ingresos y muchas cosas más.
Todo ello lleva a que las mujeres nos sobrecarguemos de exigencias, a que seamos “multitasking” y a que nuestro cerebro quiera actuar más rápido frente a múltiples estímulos, lo que incrementa esos índices de ansiedad. Y que de estos se deriven trastornos como la angustia, la agorafobia, el estrés postraumático, entre otros.
Ahora bien, también se especula con factores bioquímicos y hormonales que tendrían cierta incidencia, como la hormona post parto (progesterona), la del trastorno premenstrual (colecistoquinina), que se vinculan a respuestas de pánico y la amígdala y el hipocampo, que funcionan de maneras muy distintas de acuerdo al seco (en mujeres, la amígdala permite el recuerdo de sucesos emotivos, mientras que en hombres lo que muestra es un acontecimiento global, general).
¿Cómo afectan los estereotipos de género a la salud mental?
Las ideas rígidas sobre las mujeres -más allá de algunos avances en los últimos años- pueden verse en series, películas, novelas, libros y canciones como en “Envidiosa” (donde la protagonista piensa que si no se casa con un hombre blanco, exitoso, con dinero, no cumple) o en la canción “La tonta” de Jimena Barón (donde se muestra a la cantante cumpliendo un estereotipo de mujer que se espera aún en la actualidad). Incluso en redes sociales se sigue esperando de la mujer una persona exitosa, que viaja, emprende, tiene pareja y cuida su apariencia al 100%.
El problema está en las consecuencias de tales estereotipos para la salud mental, ya que quienes no encajan en las expectativas pueden sentirse insuficientes y tener ansiedad o depresión producto del estrés, la frustración y los sentimientos de fracaso.
¿Qué hacer ante esto?
Si bien hay distintas batallas que las mujeres hemos ganado (como que haya hombres paseando con un bebé, llevando a sus hijos a comprar al supermercado o cumpliendo otras tareas), todavía estamos lejos. Hay estudios, como el informe “El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe”, que muestran cómo las mujeres tenemos mayores dificultades para negociar nuestros sueldos o posiciones que a las mujeres no nos suelen otorgar porque podríamos tomarnos licencia por maternidad.
Por ello, si bien hay puntos que dependen de un recorrido social, hay otros en los que podemos trabajar, como:
Bajar la autoexigencia personal.
Hacer terapia individual.
Delimitar nuestras creencias respecto a las que nos enseñaron y a las que nos dejarían vivir más tranquilas.
Compartir responsabilidades con nuestras parejas.
Compartir el grupo de mamis con los papis o hacer que los papis se encarguen también de algunas actividades (como organizar cumpleaños o comprar regalos).
Poner límites.
Y revisar los detalles de la vida diaria en los que siempre estamos.
La ansiedad, como vimos, no solo es biológica o química, sino también el reflejo de una sociedad que aún nos impone múltiples exigencias. Por ello, es importante empezar a trabajar nuestra autoestima y liberarnos de la ansiedad.
Importante: el abordaje de este artículo no se puede generalizar. Para obtener un diagnóstico y herramientas adecuadas a tu caso en particular, debes realizar una consulta con un profesional.
Existen estudios que relacionan la prevalencia de trastornos asociados a la ansiedad con una exposición por el género. Pero, ¿de qué se trata?
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