Entramos en la segunda quincena de vacaciones y muchas personas ya han vuelto de su descanso. Algunas regresaron felices y renovadas, con una energía adicional que estaba faltando en su pareja; pero otras, por el contrario, manifiestan haberse encontrado con un gran conflicto que parece no tener marcha atrás.
¿Por qué pasa esto? ¿no son las vacaciones un momento de relajación y disfrute? No siempre. Para que lo entiendas, te voy a dar algunos ejemplos:
- Muchos viajes en pareja se realizan en familias ensambladas, esto es, llevando, además, a los hijos de la otra persona.
- También suele suceder que la pareja ya formó una familia y entonces no va sola, sino con sus hijos e hijas.
- Por otra parte suele pasar que la pareja se va de viaje pero con los padres de alguno de los dos o con grupos de amigos a un mismo lugar.
- Asimismo, se suele debatir el destino, lo que le gusta a uno y al otro e incluso entran en juego cuestiones de dinero.
Estas y otras situaciones muestran la complejidad enorme de los llamados “viajes en pareja” y rompen con la creencia idílica de las vacaciones soñadas. Pero aún así no explican la ruptura inminente. Profundicemos en el tema.
¿Por qué se rompen las parejas en el contexto de las vacaciones?
Las realidades anteriores también pueden formar parte de la rutina: vivir en familias ensambladas, con hijos o en situaciones que no permiten a la pareja estar sola o ponerse de acuerdo. Entonces, ¿por qué la separación se da justo después del viaje?

La explicación suele ser mucho más simple de lo que parece: la pareja pasa más tiempo junta del que pasa habitualmente, por lo que en vacaciones se encuentra de frente con situaciones que antes no enfrentó. Así, comienza a prestarle atención a la relación que mantiene en el día a día, a las diferencias y semejanzas entre lo que le gusta a uno y al otro, el tiempo que pasa el otro con el celular, etcétera.
Ambas partes -o al menos una de ellas- redefinen lo que significa pasarla bien y pasarla mal y a veces no coinciden. Por lo tanto, cuando vuelven de sus vacaciones se dan cuenta que estaban escapando de su situación y deciden tomar distintos caminos.
Las vacaciones, ¿pueden salvar a la pareja?

Ahora bien, si planteamos por el contrario el tomarnos unas vacaciones los dos solos para mejorar nuestra relación, pueden presentarse dos escenarios:
- Por un lado, el de la pareja que vuelve y desea que todo su año sea como las vacaciones (ya que las vivió sin obligaciones, ni ataduras, ni corridas de por medio y tuvo sexo más distendido y conversaciones y paseos significativos).
- Y, por otro lado, el de las parejas para las que solo resultó un parche, pues había problemas que debían resolverse de otra manera (por ejemplo, en aquellas relaciones tóxicas donde los miembros van y vuelven, se pelean y se amigan y se dicen tantas cosas hirientes que, aunque no crean, van dañando la relación).
Por lo tanto, hay casos en donde un viaje sí brinda la oportunidad de mejorar, charlando los problemas, pero hay otros casos en los que las parejas necesitan una resolución de fondo y, al “tapar” lo que les pasa, terminan quebrando.
¿Cuál es la solución, entonces?
La verdadera respuesta para la pareja debería ser, antes de pensar en las vacaciones como su salida, resolver sus problemas de base. Para ello, pueden hacerse las siguientes preguntas:
-¿Qué nos está llevando a tener una mala relación?
-¿Es posible mejorar esta situación?
-¿Estamos buscando lo mismo en nuestra relación?
Además, para que haya una verdadera solución no deberían buscar un culpable, sino acuerdos que funcionen como el hilo en común que los une en la relación. De esta forma comprenderán si juntos la pasan mejor que estando solos o si, por el contrario, solos estarán mejor que unidos.
Si en este momento estás atravesando una crisis post vacaciones o estás por tomar un viaje como herramienta de salvación y luego de leer este artículo estás considerando hacer terapia, escríbeme inmediatamente. Mi equipo y yo podemos acompañarte a tí y a tu pareja para que solucionen ese problema que parece ya no tener solución.
Importante: el abordaje de este artículo no se puede generalizar. Para obtener un diagnóstico y herramientas adecuadas a tu caso en particular, debes realizar una consulta con un profesional.